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Nutrición: divulgación y evolución, por Juan Revenga

Nutrición: divulgación y evolución, por Juan Revenga

La nutrición como ciencia tiene un recorrido francamente corto. No fue hasta mediados del siglo XIX, tras sentarse las bases de la química y de la fisiología desde una perspectiva científica sólida, cuando se empezaron a observar las cuestiones nutricionales de manera racional.

En mi opinión, si tuviera que poner una fecha concreta al nacimiento de nutrición como ciencia moderna, esta sería la de 1902 coincidente con la publicación de la obra “Principles of nutrition and nutritive value of food” de William Olin Atwater. Esta obra, pionera en su género, sentó las bases del análisis de la composición de los alimentos, de su valor calórico o energético en base a la proporción de macronutrientes, de su digestibilidad, de las necesidades nutricionales y, algo bastante más llamativo, de la forma en la que debería realizarse en el futuro –desde aquella perspectiva, claro- las próximas investigaciones nutricionales con el fin de aumentar los conocimientos en esta área.

Fue a partir de entonces cuando se puede hablar con propiedad de la nutrición moderna. Podemos encontrar un resumen gráfico de lo que ha acontecido en este terreno hasta nuestros días en este trabajo de Dariush Mozaffarian… así como los retos que nos quedan por afrontar. Desde la era del descubrimiento de las vitaminas y minerales con sus respectivas funciones a la hora de prevenir y tratar enfermedades carenciales, pasando por la era de la fortificación y hasta los actuales problemas relacionados más con las enfermedades metabólicas no transmisibles (cáncer, obesidad, diabetes, etcétera) que con los mencionados déficits.

No obstante, gran parte de la población, incluidos no pocos profesionales siguen anclados en el anterior paradigma de las calorías y de los nutrientes clave (lo que se conoce como nutricionismo). Esto ha sido propiciado en gran medida por cierta industria alimentaria que con sus campañas de márquetin, se ha postulado como un importante actor a la hora de modular las recomendaciones sobre salud al respecto de la alimentación. Y no precisamente para beneficio general.

En este escenario irrumpió, la figura del dietista-nutricionista de manos de colectivos que observaban en esta área de conocimiento una necesidad de especialización. Así, en 1917 nació la American Dietetic Association (hoy Academy of Nutrition and Dietetics) como una entidad dedicada a ayudar al gobierno estadounidense a conservar los alimentos y mejorar la salud y la nutrición de la población durante la Primera Guerra Mundial.

A partir de entonces distintas organizaciones gubernamentales en distintos países comenzaron también a formar profesionales especializados en estas disciplinas. De esta forma y a día de hoy, la mayor parte de los países de nuestro entorno (pero no así el nuestro) ha incorporado la figura del dietista-nutricionista en la cartera de servicios sanitarios al ponerse de relieve una relación positiva en el coste-beneficio a partir de su inclusión.

Países que incorporan la figura del Dietitista-Nutricionista

Nutrición en la era de las redes sociales

Desde hace un tiempo se viene diciendo que vivimos en la era de la información, un periodo de tiempo asociado a la revolución digital. Este hecho tiene un lado claramente positivo a la hora de facilitar el acceso de todo el mundo a más y mejor información. No obstante y tal y como sabemos, esto es un arma de doble filo ya que junto a la información, llamémosle válida, convive otra que no lo es o que no lo es tanto. Es decir, que más que en la era de la información podría decirse que vivimos en la era de la “infoxicación alimentaria” o de la intoxicación de la información.

Con poco margen para el error pareciera que por cada site en el que se pueda encontrar información confiable existen 10 que no lo son. Y no es cuestión de “buscar”; la #nutrición se ha convertido, desde hace mucho tiempo, en un hashtag (mucho antes de la aparición del propio término) que inunda suplementos dominicales, tertulias radiofónicas, titulares en periódicos, conversaciones casuales y, por supuesto, las redes sociales. Tanto es así que de los 10 principales influencers de habla hispana relacionados con la divulgación de la #ciencia (así, en general) 4 están relacionados con la nutrición, según el reciente informe de la consultora BrandWatch.

En este mismo informe también se contempla de forma específica la categoría #nutrición, poniendo de relieve que en boca de la propia consultora “Hay un interés creciente por la nutrición y comprobándose que este es uno de los temas que más interacciones genera en Twitter” (en donde, por cierto, un servidor ocupa el primer lugar dentro de la categoría de microinfluencers).

En este sentido las redes sociales también contribuyen a enturbiar un panorama ya de por sí bastante enfangado, de forma que cualquier idea, por disparatada que sea, puede tener una amplia repercusión social. Tristemente, y en este sentido, tienen más impacto los mensajes sensacionalistas (y de ahí su nombre) que aquellos más racionales. Y es que, para que un mensaje sea bien recibido en redes sociales, no basta con que lo emita un buen profesional con una adecuada formación y pensamiento crítico; al mismo tiempo tiene que ser un influencer… de hecho, en ocasiones lo único que cuenta o lo que parece que más cuenta es esta última característica, tristemente.

La cuadratura del círculo de la divulgación en materia de nutrición en las redes sociales se alcanza cuando buenos profesionales, con unas adecuadas habilidades de comunicación están presentes en las redes sociales y son capaces de interaccionar educadamente con la audiencia.

En cualquier caso, y como siempre suelo decir, las redes sociales no dejan de ser una especie de “patio digital” al que cada uno verá si asiste o no. Es decir, las redes sociales en mi opinión no son más que el reflejo –digital en este caso- de la personalidad de cada uno. Si uno cree en la quiromancia, estoy seguro que encontrará foros (o patios) en cualquier red social que sean acordes con sus perspectiva-creencias.

Al final, lo más importante es la formación de base que tenga cada uno, su espíritu crítico y su educación. Con buenas dosis de estos ingredientes las redes sociales pueden ser de gran ayuda para cualquiera interesado, y no le costará encontrar y rodearse de buena información. Sin estas cualidades, las redes sociales solo pondrán más en evidencia unas lamentables carencias.

A fin de cuentas las redes sociales, como actor protagonista de esa era de la información en la que vivimos, puede facilitar enormemente el acceso a ese conocimiento al que verdaderamente desea acceder quien está interesado. Sin ir más lejos con un móvil en la mano y la adecuada red social se puede preguntar casi cualquier cosa a cualquier experto en el mundo. Algo totalmente impensable antes de las famosas redes sociales.

La perspectiva de la población

Este es un tema sumamente candente. Dentro estas perspectivas habría que distinguir entre aquella que tiene la población general y la que tienen los profesionales sanitarios al respeto de la figura del dietista-nutricionista.

Dos de los grandes problemas de los dietistas-nutricionistas son, por un lado que es una especialidad relativamente reciente en España (la titulación oficial data de 1998); y por el otro que a día de hoy, tal y como ya se ha mencionado, su figura no está implantada dentro de los servicios sanitarios de la Seguridad Social (a pesar de estar reconocida como una profesión sanitaria según la Ley de Ordenación de las Profesiones Sanitarias).

De este modo entre la población general no hay una conciencia plena de la existencia de los dietistas-nutricionista, aunque lo cierto es que se ha avanzado bastante en los últimos años a este respecto, quizá en parte a la amplia difusión en las redes sociales.

Con respecto a la perspectiva que tienen el resto de profesionales sanitarios existe una marcada dualidad. Hay una parte de los mismos que por la razón que sea observa los dietistas-nutricionistas con cierto recelo y otra que apuesta ampliamente por su inclusión en el sistema sanitario público.

En cualquier caso, y siendo la nutrición un área de conocimiento con tantos postulados, muchos de ellos antagónicos, y con tantas áreas de incertidumbre es preciso coincidir en que, dadas las circunstancias, la población general no lo tiene fácil a la hora de trasladar a este profesional la misma confianza que por ejemplo se les traslada a otros profesionales sanitarios.

No obstante y a la hora de saber si los dietistas-nutricionistas gozan o no de una mayor confianza por parte de la población que años atrás, es necesario distinguir entre los propios profesionales. Así, y al igual que sucede en cualquier otra profesión es necesario ser consciente que la obtención de un determinado título académico no otorga la excelencia profesional. O, como diría el famoso pediatra Carlos González “un médico tienen el mismo derecho e incluso posibilidades a decir tonterías que cualquier otra persona que no sea médico”; una reflexión que se puede exportar al mundo de la nutrición sabiendo que, además, este es un terreno especialmente abonado para decir muchas tonterías o proponer remedios absurdos más allá de lo que actualmente se soporta a partir de la evidencia científica.

Al final, creo que las redes sociales ayudarán a poner al colectivo en el sitio que se merece, y al mismo tiempo, a poner a los profesionales que lo conforman en sus respectivas posiciones relativas.

Juan Revenga


 

Este artículo fue publicado en colaboración con el Dietista-nutricionista Juan Revenga y surge de una nueva iniciativa de Nutrium para fomentar el intercambio de experiencia y conocimiento entre nuestros profesionales.

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